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A Michael Sherman no le seducen las creencias, porque sabe que nuestro cerebro es una máquina diseñada para creer
Sobre robótica, biónica y las nuevas posibilidades que representa para el ser humano, charlaron dos especialistas asistentes a La Ciudad de las Ideas, con los medios informativos asistentes: Eythor Bender y Dennis Hong.
Respecto del primero hay que decir que una de sus metas ha sido ayudar a las personas que viven con diversos impedimentos, desde daños en la médula espinal o en los nervios, para crearles unos biónicos.
Actualmente es presidente de Berkley Bionics, y está logrando su sueño, pues el equipo con que trabaja diseña exoesqueletos, o como él los define “robots para vestir”. Estos incrementan la fuerza, la movilidad, la seguridad del cuerpo y, por supuesto, una calidad de vida que mejora drásticamente.
Bender ha fomentado la innovación al integrar la ortopedia con la biónica y consiguió tecnologías aprobadas por el FDA desde perspectivas poco convencionales. HULC (Human Universal Load Carrier) fue el primer exoesqueleto comercial, que permitió cargar hasta 200 libras por hora sin lastimarse la espalda. Esto fue particularmente útil para el ejército, ya que generalmente tienen que levantar grandes cargas, y terminan con dolor de espalda crónico.
Sus exoesqueletos y sus piernas o eLegs recientemente se hicieron disponibles para personas en sillas de ruedas, usuarios comprometidos a vivir su vida al máximo, que recuperaron la fuerza para pararse y caminar
Durante la conferencia que ofreció, Bender explicó que aún no sabe el costo que representará su exoesqueleto para particulares, pero para hospitales se vende en 130 mil dólares; se usa casi como un traje que se pone, y consta de cuatro sensores, cada uno de los cuales manda una señal para que se mueva la otra pierna. Al principio el control remoto lo maneja el terapeuta, pero después lo hace el paciente por sí mismo, en un esquema parecido al de aprender a andar en bicicleta.
Desde su perspectiva, su invento es algo que ha revolucionado el mundo de los minusválidos, ya que las sillas de ruedas existen, prácticamente sin cambios, desde hace mil 500 años, cuando la primera de ellas fue inventada en China.
Sobre Dennis Hong, el segundo especialista que ofreció una conferencia en la sala de prensa de La Ciudad de las Ideas, hace falta decir que su sueño es diseñar robots que sirvan como sirvientes en las casas de las personas, y para lograrlo, hasta ahora, en su laboratorio RoMeLa (Laboratorio de Robótica y Mecanismos), ha diseñado veinte distintos tipos de robots en los últimos siete años. Creó con su equipo a Charli, un robot humanoide del tamaño de un adulto, completamente autónomo, que entre muchas otras cosas puede jugar futbol.
Dennis Hong sabe que a pesar de que su sueño es que los humanos utilicen a sus robots como herramientas para facilitarles el trabajo, no es ingenuo y adivina que muchos los pueden usar para hacer la guerra.
En las escuelas de ingeniería, dijo en la conferencia, no hablan de ética; yo les hablo a mis alumnos sobre el impacto que va a tener su trabajo, pero eso nunca puede preverse, así que es importante pensar en estas cuestiones.
A Michael Sherman, el tercer pensador que ofreció una conferencia de prensa previa a su presentación en La Ciudad de las Ideas, no le seducen las creencias, porque sabe que nuestro cerebro es una máquina diseñada para creer.
De toda la información que recibimos a través de los sentidos, afirma, nuestro cerebro encuentra patrones, a los cuales les otorga un significado. Finalmente, estos patrones se convertirán en creencias. Una vez que éstas se forman, el cerebro busca evidencia que las confirme, justificándolas y racionalizándolas. Después, estas ideas cambian e incluso se extinguen.
Es autor de diez libros, su magnus opus, recientemente publicada, “La mente creyente”, estudia por qué el hombre cree. Psicólogo y escéptico, Shermer pide que haya un mayor uso de la ciencia y una dosis de escepticismo para cuestionar la validez de nuestras creencias.
En la conferencia que ofreció a los medios, les recomendó: por un día entero sean ateos y vean cómo se sienten, vean cómo les va y luego vayan extendiéndolo a una semana y luego a un mes, y así sucesivamente hasta que sean libres.
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