Actualmente en el teatro, la mujer ya no es vista como objeto, sino como sujeto, es decir, no para admirarla sino para entenderla. Planteando, sobre todo con Sor Juana, un mundo posible donde ellas tienen voz, mencionó la doctora Alicia Ramírez Olivares, Profesora Investigadora de la Facultad de Filosofía y Letras de la BUAP.

Aunque el movimiento de Independencia propició un cambio en el estigma de sumisión, inferioridad y ornato que se le designó a la mujer durante y después de la época virreinal, tuvieron que transcurrir décadas para que la presencia femenina fuera considerada aceptable en dicha género artístico.

Su incursión como escritora, en primera instancia, "se dio dentro de los conventos en que vivía, generándose un teatro religioso, para después dar paso al famoso teatro de capa y espada", dijo la Investigadora.

A finales del siglo XVII, destacó Sor Juana Inés de la Cruz, autora de Los empeños de una casa, Amor es más laberinto y El cetro de José y El divino Narciso, autos sacramentales en los cuales intervienen personajes mexicanos.

Incluso en esta época muy pocas mujeres salían a escena, debido a que eran mal vistas por usar ropa diferente al de la población común, además de ser consideras mujeres públicas, "si se daba a conocer su nombre era porque atrás tenían el respaldo de un hombre, si no, es como si estuviera dando a conocer toda su vida al público", aseveró Ramírez Olivarez.

La también coordinadora de la Maestría en Literatura Mexicana, indicó que por tal motivo escribían a través de subcódigos, es decir, "tenían ciertos mensajes ocultos que solamente se leían entre líneas, precisamente porque no podían romper con los esquemas sociales como tener un amante o estar en desacuerdo con el esposo".

Al presente, las dramaturgas tratan temas relacionados no únicamente acerca de sus problemas personales, sino también de su sexualidad de manera abierta, por mencionar algunos.

Sin embargo, en el país existen pocas escritoras de teatro, la mayoría sólo ha escrito una o dos obras, debido a que los trabajos escritos por hombres reciben más apoyo y difusión, lo que dificulta el seguimiento de su trabajo, pero eso no ha impedido que destaquen por la calidad de sus textos y presentaciones, tal es el caso de Sabina Berman y Estela Leñero.

La catedrática agregó que en México "el teatro existía desde la época precolombina con los diferentes bailes que realizaban los indígenas, acompañados de cantos, recitaciones o dramas completos que incluían música, diálogos y empleo de máscaras y trajes".

Después de la llegada de los españoles, comienza el teatro evangelizador que invita a los indígenas a divertirse y aprender algo nuevo, refugiándose así en una vida ritual que incluía representaciones dramáticas y servía de escape a las autoridades civiles.