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Es de bajo impacto al ambiente al persistir poco tiempo, además de ser accesible para los campesinos
El proyecto pretende que los productores elaboren sus propios “insecticidas botánicos”
Un factor que ocasiona la mitad de las pérdidas de las cosechas de maíz son las plagas, para combatir este problema los productores utilizan insecticidas químicos, pero éstos provocan serias intoxicaciones, además de que los insectos desarrollan resistencia a dichos productos.
Como una alternativa tecnológica amigable con el medio ambiente y para evitar daños a la salud, el doctor Jesús Francisco López Olguín, profesor investigador del Centro de Agroecología (CENAGRO) del Instituto de Ciencias de la BUAP, desarrolla un insecticida botánico.
Su principal característica es su origen natural porque se extrae de los frutos de la planta silvestre “rama tinaja” (Trichilia havanensis) o como se conoce en lengua náhuatl xopiltetl, ya que éstos tienen en alta concentración una sustancia del grupo químico conocido como “limonoides”, usada en el manejo de plagas porque es repelente para los insectos, además de generarles toxicidad cuando la ingieren.
Por lo tanto “es de bajo impacto al ambiente al persistir poco tiempo, de manera que no afecta a los organismos que habitan de manera regular, ni va a parar a los cuerpos de agua dañando a los peces”, destacó. Desde el punto de vista económico el proyecto es accesible a los campesinos.
La rama tinaja se localiza en América sobre las costas, desde el sur de Tamaulipas, México hasta el norte de Colombia y Venezuela; por el Pacífico desde el sur de Sinaloa hasta Centroamérica, incluso se halla en las islas del Caribe.
“En el estado de Puebla se recolecta en la Sierra Norte, en Cuetzalan, Zoquiapan y cerca de Zacapoaxtla, por lo que su distribución es amplia pero se restringe al continente americano, porque no se localiza en Europa y África”, detalló el académico.
Un apoyo a los productores:Durante más de 10 años de trabajo, el investigador realizó pruebas con la raíz, corteza, hojas y los frutos de la rama tinaja, divididos éstos últimos en la parte externa y semilla; concluyó que los compuestos activos se encontraban principalmente en la semilla.
Una vez identificados los compuestos activos, efectuó pruebas de laboratorio y campo. “Observamos que los extractos que se obtenían con determinados solventes eran más efectivos, los cuales se fraccionaron y evaluaron hasta encontrar la fracción más efectiva”, misma que se subfraccionó para obtener los compuestos activos contra los insectos, entre la azadirona, O-acetiltrichilenona y 1,7-di-O-acetilhavanensina.
Se encontró que las fracciones formadas por dos limonoides fueron más activas contra los insectos que los correspondientes a compuestos puros, lo que sugiere un efecto sinérgico en las mezclas.
“Actualmente estamos en la etapa de la formulación adecuada del producto (con extractos acuosos, porque el agua es el solvente más fácil de conseguir), una vez obtenido se pretende comercializarlo, por lo cual tendrá que tener una cierta vida útil para ser aplicado”, manifestó el doctor López Olguín.
Otra característica del proyecto, agregó, es que mediante las técnicas que se emplean en el Laboratorio de manejo agroecológico de plagas, “los productores puedan elaborar los insecticidas por lo que no dependerían de una empresa o proceso comercial para adquirirlos”. Para ello se ofrecen talleres para aprovechar esta tecnología.
Un inconveniente asociado a esta situación, es que la planta en cuestión no se localiza en determinados lugares, la solución sería que en cada región agrícola los campesinos identifiquen las plantas que pudieran ser útiles para desarrollar sus propios “insecticidas botánicos”.
Algunas características a identificar son toxicidad para el ser humano o animales, olor desagradable, que sean amargas e irritantes al roce. Asimismo podrían ser aquellas que no son atacadas por plagas, de ahí surge la hipótesis de poseer sustancias repelentes.
Plagas comunes: El doctor López Olguín indicó que las plagas más comunes en maíz son el “gusano cogollero” (Spodoptera frugiperda), “gusano barrenador del tallo” (Diatraea lineolata) y “gallina ciega o gusano blanco” (Phyllophaga spp), el cual habita en el suelo y se alimenta de la raíz.
En el caso del frijol está la plaga denominada “conchuela del frijol” (Epilachna varivestis Mulsant) o “borreguillo”, que puede causar la defoliación total de la planta. Los problemas de insectos plaga también se tienen en otros cultivos como el amaranto y la jamaica.
Riesgos de los insecticidas químicos: El académico señaló que los insecticidas químicos causan intoxicaciones que derivan en aspectos degenerativos, “porque este tipo de sustancias no se eliminan en la misma proporción en la que se ingieren, al quedar almacenados en los tejidos pueden originar enfermedades como el cáncer”.
Otro riesgo es la contaminación en el ambiente que afecta a organismos benéficos como los insectos polinizadores y los depredadores o parasitoides, que regulan las poblaciones de otros bichos, de manera que rompen el equilibrio entre las cadenas de alimentación.
En tercer lugar está el problema del desarrollo de resistencia, “llega un momento en el que dejan de ser efectivos por su constante uso y presión sobre los organismos y los insectos se vuelven resistentes, provocando así el surgimiento de nuevas plagas”, puntualizó.
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