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Día a día el ser humano pierde la capacidad de asombro ante la pobreza, la marginación y la violencia, lo que aunado a la falta de valores contribuye a aumentar la crisis que enfrenta hoy la humanidad, reconoció Isabel Stange Espínola, profesora e investigadora de la Facultad de Psicología de la BUAP.
“Paulatinamente vamos perdiendo la capacidad de asombro ante las malas noticias, la aceptación pasiva de ellas nos lleva a aceptarlas como un daño necesario del cual no se requiere hablar, como si negando su existencia el problema dejara de existir”.
La especialista señaló la necesidad de combatir aquellos problemas que alejan a las personas del respeto al ser humano, de la tolerancia y la coexistencia entre los pueblos e instó a los padres de familia a trabajar para recuperar su relación con los jóvenes con base en el afecto y el respeto.
“El que los padres supervisen y controlen las actividades de los hijos, sobre todo en la adolescencia, resulta necesario, ya que para los hijos el afecto de sus padres se expresa a través de la preocupación que muestran por sus actividades y amigos, además que permite detectar situaciones de riesgo para los hijos”, abundó.
La Psicóloga señaló que recuperar el diálogo con los hijos a partir de una postura clara y definida ante la situación de violencia actual, permite la cercanía a una enseñanza participativa en valores, reconocidos como pautas o normas con las cuales se pueden evaluar conductas, orientar en la toma de decisiones y establecer metas a largo plazo.
Desde niños, continuó, los seres humanos son influenciados por manifestaciones culturales expresadas a través del cine, la radio, la televisión, los periódicos, de padres, maestros, compañeros y amigos, lamentablemente estos últimos, en ocasiones difieren de los adultos y generan complicidades que los separan del mundo de los padres.
Stange Espínola recomendó a padres y maestros no transmitir valores a manera de “adoctrinamiento”, sino a que permitan a niños y jóvenes pensar y decidir por sí mismos, establecer sus propias medidas de actuación basados en parámetros universales, pues es a través de la coherencia, el diálogo constructivo y el debate como se puede promover una actitud responsable.
Concluyó que es necesario promover la solidaridad y el apoyo mutuo por encima del individualismo y la competencia desleal, así como la preocupación por el bien común; no como una pérdida de autonomía e individualidad, sino como un espacio necesario para reafirmar, construir y expresar esa individualidad.
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