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Llegar a la edad adulta no es un obstáculo para aplicar la experiencia adquirida en años de preparación académica en la vida cotidiana, y una muestra está en jubilados de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, que decidieron emprender nuevos caminos y continuar siendo productivos.
Elvira Juárez Hernández y Antonio Montes Muñoz, son un matrimonio de ingenieros químicos, que después de concluir su trabajo como docentes en la BUAP, regresaron a las aulas pero no para impartir clases, sino para tomarlas y formar parte de la primera generación del programa Emprendedores Oro que inició la Facultad de Administración, con el fin de dar herramientas a jubilados para que pudieran emprender y administrar proyectos.
Elvira está en proceso de obtener la patente del deshidratador solar para alimentos que elaboró en el año 2000, durante sus estudios de maestría en la BUAP, y que hoy está perfeccionando.
El deshidratador consiste en una cámara, elaborada con botes de aluminio, cartón, madera y tela de mosquitero de plástico, en el cual frutas, verduras, carne y algunas semillas pueden deshidratarse por medio de aire caliente para su mejor conservación.
Evita que los rayos solares toquen directamente los productos afectando sus propiedades con los rayos ultra violeta y de “esta manera, los alimentos lo único que pierden es agua y no otros atributos como la vitamina C, la cual es muy frecuente que se degrade con el contacto solar”, explicó Juárez Hernández.
A su vez en Teziutlán, el ingeniero Antonio Montes Muñoz trabaja en el cultivo de setas, alimento rico en vitamina B y fibra, que contribuye a disminuir el colesterol y los triglicéridos, y su objetivo es buscar financiamiento para incrementar su producción y comercializarla.
Su cultivo requiere de cierto tiempo, proceso, infraestructura y preparación de semillas, se colocan en bolsas de plástico con un sustrato de tierra y paja pasteurizada, que se cuelga en un invernadero, en un espacio libre de luz solar; la germinación inicia y tres meses después se tiene la producción del hongo”, explicó.
Otro ejemplo es la creación de una microempresa de productos químicos, denominada PROQUILAB, donde participan 15 jubilados, a través de la cual se pretende comercializar detergentes, agua destilada, así como artículos de limpieza, desinfección y aromatización, comentó el maestro Juan Bautista Espinosa, jubilado integrante del proyecto. Para obtener recursos, decidieron establecer una planta purificadora de agua, que ya está en funcionamiento
En el proyecto participan ingenieros químicos, psicólogos y administradores, quienes tomaron los cursos y asesorías a través del Sistema de Incubación Empresarial y Desarrollo Educativo, que se ofrecieron en la Casa del Jubilado Universitario.
Por su parte, Andrea Montes Sosa, quien actualmente cursa Emprendedores Oro, dijo que los conocimientos que adquiere le permitirán establecer una microempresa de postres -en particular de gelatinas-, y a futuro obtener un ingreso extra.
Comentó que la idea le surgió de las clases que recibió en la Casa donde aprendió a elaborar gelatinas en diversas formas, sabores y presentaciones, donde utiliza frutas, leche entera y semi-descremada, de soya y yogurt, entre otros ingredientes.
A sus 62 años, Andrea considera “importante valorar que todavía somos personas útiles y tenemos futuro, ya que el jubilarse no significa quedarse en casa, conformarse y no luchar por algo”.
Compartiendo esta filosofía, el psiquiatra Francisco González Sandoval, decidió continuar con sus consultas en el área de Desarrollo Humano de la Casa del Jubilado, colaborar con su Alma Mater y ampliar sus conocimientos tomando clases de gimnasia cerebral.
Y como nunca es tarde para aprender y actualizarse en los modernos sistemas tecnológicos, el maestro Eduardo Carreón Rodríguez, decidió tomar clases de computación, y mejorar sus clases de matemáticas con nuevas herramientas audiovisuales, lo que consideró beneficiará a sus alumnos”.
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