No se puede afirmar que, de manera automática, cualquier persona está en un proceso de enseñanza de manera formal, por eso los maestros o docentes deben tener características específicas para ejercer una función didáctica y pedagógica pues de esto depende la interacción con el alumno, comentó el maestro Sergio Romero Ortega, coordinador de la especialidad en Orientación Educativa de la Facultad de Psicología de la BUAP.

"Todo proceso de enseñanza tiene dos marcos: la teoría sobre educación y el marco didáctico basado en las herramientas que ha de tener un maestro para desarrollarse en el aula; es así que tenemos el qué, cómo, porqué y para qué de la enseñanza", dijo.

Por otra parte, se encuentran las inteligencias múltiples que expone el investigador Howard Gardiner: lingüística, lógico-matemática, espacial, corporal o kinestésica, musical, interpersonal, intrapersonal, y naturalista, que indican la manera particular en la que los alumnos aprenden y que se deben tomar en cuenta para poder diseñar la intervención educativa formal en una clase, dicha intervención debe ser graduada de acuerdo con el nivel de desarrollo cognitivo de los estudiantes.

Una vez entendidas la enseñanza y el aprendizaje por separado, éstas se llevan a un proceso práctico "de enseñanza-aprendizaje con la interacción del maestro, el alumno y los conocimientos que se pretenden facilitar; para esto se diseñará un currículo en el que se contemple todo lo que sirva para el desarrollo profesional del individuo o grupo", agregó el académico.

En cada nivel educativo, desde preescolar hasta posgrado, el docente debe estar capacitado para manejar diferentes técnicas y bases teóricas de la enseñanza y así poder intervenir; por esto, una vez hecho el diagnóstico de las inteligencias en los alumnos para determinar su estilo de aprendizaje, "debe haber una comunión entre la experiencia del maestro y sus conocimientos con el paradigma educativo que se maneje en las escuelas".

En este caso, la BUAP está bajo el concepto psicopedagógico constructivista aterrizado en el Modelo Universitario Minerva (MUM), "el cual nos dicta cuáles son las líneas a seguir para modificar los programas educativos y la manera de enseñar a los alumnos, "por ejemplo ahora el joven es más autogestivo, él genera su propio aprendizaje a partir de lo que el docente y el programa mencione, asimismo trabajará de acuerdo a su estilo de aprendizaje desarrollado por sí mismo", señaló.

A diferencia del modelo conductista que, según el especialista, impera en la actualidad en muchas escuelas y que se basa en retenciones memorísticas, el MUM gestará estudiantes más críticos y cuestionadores en favor de promover un aprendizaje significativo.

Entonces "analizará, experimentará y resolverá problemas; además las dudas se resolverán en el aula y usarán las tecnologías de la información de manera asertiva. Esos son los cambios significativos que por supuesto requieren que los docentes se sumen a las nuevas estrategias de aprendizaje, que no se resistan al cambio para que así los cambios sean sustanciales", finalizó el Maestro Romero Ortega.