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Los hombres como seres sociales y dicotómicos siempre están inmersos entre valores o normas que forman ideales y actitudes descalificadas como el placer, por ello en ocasiones sale a relucir nuestro inconsciente por medio de acciones que nos hacen desde quedar mal en público o hasta cometer un ilícito, comentó el doctor Alejandro Campos Azuara, Profesor Investigador de la Facultad de Psicología de la BUAP.
La conciencia, "son todos los hechos reales que se nos presentan como palpables y sensibles, pueden ser ideas, cosas, objetos y sujetos; en tanto que todo lo que no podemos realzar de manera razonable, hechos que por factores sociales no queremos llevar a la realidad o que están guardados en nuestra memoria, se consideran actos inconscientes, o actos fallidos, según la teoría freudiana", mencionó.
Sigmund Freud dijo que el inconsciente es la fuente de nuestras motivaciones, ya sean simples deseos de comida o sexo, compulsiones neuróticas, o los motivos de un artista o un científico; "además, tenemos una tendencia a negar o resistir estas motivaciones de su percepción consciente, de manera que sólo son observables de forma disfrazada".
Estos actos se encuentran no sólo en nuestra memoria y cotidianidad, sino también en nuestros sueños, "sobre todo cuando son cosas que no necesariamente tienen que ver con el mundo real y que no queremos ver en nuestra vida diaria, pues son el resultado de represiones, la mayoría en sociedades tradicionalistas", agregó el psicólogo.
Si bien con el paso de los años se van adquiriendo experiencias, mismas que enriquecen nuestro conocimiento, es en el control sobre nuestras acciones, de lo que decimos o hacemos, lo que nos hace alcanzar la madurez; por lo tanto el separar el consciente del inconsciente es lo que nos va a hacer más racionales.
"Una persona con formación sólida, tanto familiar, académica o emocional y con una rutina muy fuerte, difícilmente va a actuar irreflexivamente a menos que se le presente una situación extrema, la persona entonces puede transformar su personalidad", mencionó el doctor Campos Azuara.
Pero a pesar de que todos en algún momento tenemos episodios de irreflexión, "no por ello insanos, alguien consciente de su realidad tiende a ser más peligroso, pues sus cometidos son totalmente reflexivos y pueden dominar más fácilmente a otro que no está en total uso de su conciencia", finalizó el Académico.
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