Hipólito Contreras

Sin que se deje de reconocer que todo gobierno hace obra, porque increíble sería que  no la hiciera. Es cierto, en ese sexenio por terminar muchas obras se inauguraron en los 31 estados  y el Distrito Federal.

Los mexicanos en este sexenio  vimos carreteras, autopistas, hospitales, universidades, escuelas,  tecnológicos, equipamientos, pozos de riego,  algunas presas,  redes de agua potable, drenaje y alumbrado,  maquinaria agrícola, explotación de nuevos yacimientos de petróleo, reformas a leyes,  combate a la delincuencia, crecimiento del aparato de seguridad, se impulsaron proyectos productivos en el campo, se resolvieron algunos problemas agrarios,….

El  sexenio con su modelo de gobierno hizo muchas cosas en estos seis años que están por terminar. Pareciera que el país cambió, que siguió su curso de modernización y crecimiento,  que el México del siglo XXI siguió  su proceso transformación en busca  de más cambios, pareciera que el país del subdesarrollo quedó atrás,  en el pasado, pareciera que el país de los cambios tecnológicos  llegó a todos los rincones de la patria y que  hoy se vive una era de  desarrollo, de mejores niveles de vida para los  115 millones de mexicanos.

 

Lamentablemente no es así.  La administración federal en estos casi seis años gasto mucho, invirtió mucho, el presupuesto anual se pierde en las cifras, se pierde en los cientos de miles de millones de pesos, a esto se suman  los miles, miles  de millones de pesos  que  gastan cada  año  los gobiernos estatales, y por si fuera poco, están los no pocos presupuestos de los gobiernos  municipales. También se suman los cientos de miles de millones de pesos por exportaciones petroleras.

Con todo esto el país no creció en seis años, no sólo no creció, sino que retrocedió, más millones de mexicanos se sumaron  los pobres, más clase medias perdieron ese nivel, más millones de pobres pasaron a súper pobres.

Si un país  con presupuestos millonarios, un país petrolero, un país con tantas  riquezas, está sumido en  el subdesarrollo, en el atraso, en las profundas desigualdades sociales, es sólo por  una causa: su gobierno no funciona, su sistema  es un fracaso, sus gobernantes no saben  gobernar.

Esta es la herencia que deja esta administración por concluir, y quien diga que no es verdad, que me diga cuál es entonces:  un país sumido en  una violencia absurda, un país con más de  70 millones de mexicanos que viven mal, un país  sumido en el desempleo, un país  afectado por la pérdida de valores y crisis familiar, un país que ha perdió  sus capacidad de producción por el abandono el campo, un país dependiente del exterior en materia alimenticia, un país sumido en la corrupción, un país con recursos naturales dañados por las ambiciones  comerciales, un país sin oportunidades para los  jóvenes en educación superior, un país sin rumbo, un país con grupos sociales que se están muriendo de hambre.

Esa es la herencia del sexenio por terminar, y todavía sus gobernantes  dicen que se hicieron maravillas, todavía gastan miles de millones de pesos en publicidad para tratar de convencer que ellos son la mejor opción para el país,  que  nos  conviene que esa clase  política  siga en el poder.

El país entero sabe perfectamente que esto  no funciona, sabe  muy bien con todo y publicidad del gobierno, que el país necesita un nuevo rumbo, una nueva dirección, una nueva esperanza, y eso lo van a decidir el uno de julio, lo que no  funciona   tiene que ser cambiado.