Hipólito Contreras

Los pequeños productores demandan sistemas de comercialización eficientes para evitar el coyotaje, reventa y acaparamiento de cosechas.

Puebla, una entidad que tiene lugares importantes en floricultura, ganadería, apicultura, acuacultura, ganado mayor y menor,  caña de azúcar, maíz,  cebada, trigo, entre otros requiere mecanismos modernos en materia de comercialización.

Veamos por ejemplo lo que sucede con los productores de flor de la zona de Atlixco. Esta es una región rica por el clima y todavía por el buen nivel de agua que proviene de los deshielos de los volcanes. El amplio valle debería tener campesinos  con buenos  niveles de vida pues tienen un campo que produce.

Pero no es así, en esa zona  existe pobreza, cientos y miles de campesinos viven con pocos ingresos, ni la flor, ni el maíz, ni hortalizas, ni aguacate, ni amaranto, les ha dado buenos niveles  de vida, por supuesto que existen excepciones, productores  que conocen y  se defienden  mejor.

 

Los  floricultores siguen cayendo en manos de coyotes o intermediarios  ( y esto no es de  ahora, sino de hace muchos años) les compran  barato  y en muchos casos  les compran la producción antes de la cosecha.

Pocos productores de flor hacen capitales, la falta de recursos no  les permite tecnificarse y pasar a una etapa de  transformación o procesamiento, por ejemplo de la flor de  cempasúchil  que tiene usos medicinales y  se usa  también como pigmento en la industria avícola y textil.

Los productores de flor  siguen vendiendo sus productos al natural y a precios bajos, los  intermediarios son los que siempre ganan si hacer  inversiones. El coyotaje sigue haciendo estragos en los  productores, son ellos los que se llevan la mayor parte. Hasta la llamada agricultura por contrato, es posible que beneficie a los intermediarios pues compran antes de la cosecha, nadie garantiza a los campesinos los mejores precios, ellos se defienden como pueden.

Estamos en un sistema de libre mercado en el que los grandes predominan sobre los chicos, los precios los ponen los grandes  comercializadores,  nada  más hay que preguntarles a los productores de hortalizas a cómo venden sus productos, los manojos de cebolla, cilantro, las coles, el brócoli, las lechugas y coles, los precios son tan bajos que casi son regalados, en tanto que  los compradores argumentan que el mercado está saturado y que por eso los precios  han bajado.

Sólo en contadas ocasiones a los productores de hortalizas les va un poco mejor, porque cuando  no son las heladas son la granizadas y  en estos casos de nada sirve que los precios suban si no tienen producción.

No se trata  sólo de que el gobierno impulse  proyectos productivos, se trata que cubra todo el ciclo, que  cree mecanismos de comercialización para que los productores vendan a los mejores precios, e incluso, vendan directamente a los  consumidores, libres de intermediarios.

Un gobierno solidario con el campo es el que cubre todo el  proceso, desde la  producción hasta la comercialización. Una política así beneficiaría también a los consumidores pues al no haber intermediarios los precios serían más bajos, se apoyaría a la economía familiar.

Una  política inteligente  al campo sería por ejemplo  calendarizar  la  producción,  para evitar que el mercado se sature de algunos productos que ocasiona la baja de precios los productores, nunca para los consumidores.

En Puebla y el país  cada quien siembra lo que puede y lo que quiere,  si  hay cosecha,  (lo que cada vez  es más difícil por  el cambio climático)  buscan vender, pero el mercado les paga lo que quiere, los  comercializadores imponen las reglas y los precios, el gobierno  no interviene y  abandona a los productores a su suerte, por esos no se capitalizan, venden barato y gastan mucho para producir, los fabricantes de insumos son libres de vender al precio que quieren, tampoco el gobierno interviene para regular precios.

Se requiere legislar en  la materia, crear mecanismos que protejan  los  intereses de los productores, la gran desilusión de miles de productores es también los bajos precios en que venden sus productos y los elevados  precios en que compran los insumos.