IMÁGENES MÁS REPRESENTATIVAS QUE PROCESIONARAN EL VIERNES SANTO EN PUEBLA

Procesión viene del latín “prosequor”, “prosecutus”: seguir, acompañar a alguien, y simbólicamente significa ir tras los pasos de Jesucristo  por la Vía Sacra, desde el pretorio de Pilatos, hasta el monte Gólgota o Calvario. En la Edad Media, después que las cruzadas abrieron los caminos a los Santos Lugares, se creó nuevamente esa ruta que intenta imitar los sucesos mencionados en los evangelios, del Divino Maestro, quien lleva la cruz a cuestas por ese largo camino cayendo tres veces en tierra, ayudado por el Cirineo; enjuagado su rostro por la piadosa Verónica; encontrándose con su Madre María Santísima y las Santas Mujeres de Jerusalén y por le discípulo amado. Arribado a la cumbre, expoliado, clavado en la cruz, izado y muerto para redención de todos.

 


Imposibilitados la mayoría, de ir a Jerusalén, buscaron las formas de acompañar al Jesús  por el Vía Crucis, aunque fuera en imágenes de piadosa talla, que inspira la devoción e invita a la penitencia.

En Puebla, los fieles también acompañan a Jesús en su Vía Dolorosa, participando en la Procesión del Viernes Santo, que este año cumplirá 19 años, y en la cual presididos por el Sr. Arzobispo, veneran las hermosas imágenes de Cristo, representadas en el Señor de Analco, el Jesús Nazareno de San José, y el venerado Padre Jesús de las Maravillas. También está presente en esta procesión  la Santísima Virgen María, venerada en las hermosas imágenes de la Dolorosa (de la iglesia del Carmen)  y de la Soledad (de la Parroquia del mismo nombre).
 
PADRE JESÚS DE ANALCO
Es una hermosa talla de cuerpo entero, con goznes, es decir articulaciones flexibles que permiten vestirlo, crucificarlo y colocarlo en una urna con Santo Entierro. Data del siglo XVIII y ha sido de gran veneración para el barrio de Analco, uno de los primeros que tuvo la ciudad de Puebla.

JESÚS NAZARENO DE SAN JOSÉ
Fue labrado del tronco de un árbol derribado por un rayo. El artista que lo fue labrando era alcohólico y en sus delirios echaba la culpa a Cristo de sus desgracias. Una noche cegado por el vicio, desesperado buscó un látigo y a falta de él, mojó una reata y descargó su furia en el desnudo cuerpo de madera, como si fuera uno de los esbirros romanos. La escultura sangró como si el cuerpo  fuera de carne y hueso. No lo notaba el ebrio verdugo, hasta que la  sirvienta, curiosa de que la pintura no secara, espió al hombre y descubrió la crueldad. El milagro se proclamó a los cuatro vientos. La devoción permitió edificarle una capilla propia, más elegante y adornada que la iglesia principal.

NUESTRO PADRE JESÚS DE LAS MARAVILLAS
Es sin duda la de mayor devoción en Puebla. Desde lejos vienen los devotos hasta el templo donde es huésped de las monjas mónicas Agustinas, quienes lo obtuvieron en una rifa. Se dice que originalmente estaba acompañado  de dos sayones romanos quienes sostenían látigos. Se colocó en el coro bajo y una noche, una de las novicias escuchó extraños gemidos y golpes secos. Llena de miedo buscó a la superiora, juntas descubrieron que los soldados azotaban a Jesús, sin misericordia. La noticia cundió por todas partes, de inmediato adquirió fama y cariño, siendo retirados los verdugos los cuales quedaron quemados

NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD
Por encargo de liberto mulato Manuel de los Dolores, el capitán general de la flota de España adquirió el Sevilla la cabeza y manos. Dejó la imagen en un convento en calidad de resguardo pero las religiosas se enamoraron de ella y no permitían su embarcación a la Nueva España, la superiora cayó gravemente enferma y desesperada juró  que devolvería la imagen si sanaba, cosa que sucedió, y la hermosa imagen llegó hasta la Puebla de los Ángeles. La gente le tomó tal devoción, que su templo fue construido con los materiales que la gente traía del río, mientras cantaban el rosario.

LA VIRGEN DOLOROSA DEL CARMEN
Es una obra de excelente talla y sobre todo el rostro que sin duda es uno de los más bellos de su género. Obra quizá de finales del siglo XVIII, guarda las proporciones del neoclásico, pero sin la frialdad de ese estilo. Se le tiene en una capilla de Santa Teresa del templo conventual del Carmen, y tras su peregrinar en las procesiones ha aumentado la devoción, de tal forma que muchos acuden a ella en busca de consuelo.