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- Categoría: AGRARIAS
México sufrió entre 2011 y 2012 la sequía más severa en 89 años; 21 millones de productores perdieron sus cosechas y ganado.
Como una constante en la última década, las pérdidas económicas mundiales por desastres naturales han alcanzado 40 mil millones de dólares anuales, lo que significa siete veces más en relación con las que ocurrían en la década de los 70, describió Alberto Jiménez Merino, presidente en Puebla de la Fundación Científica y Cultural Isidro Fabela.
Al dictar la conferencia “Agua, Cambio Climático y Seguridad Alimentaria en México”, dijo que “mientras el Producto Interno Bruto (PIB) mundial se ha incrementado 3.4 por ciento anual, en promedio, durante los últimos 50 años el costo de los desastres derivados de eventos climáticos extremos, inundaciones, huracanes, heladas, granizadas y sequías, creció en promedio 7.4 por ciento al año”.
En el Complejo Cultural Universitario (CCU) de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), el ex diputado federal advirtió también que el “mayor riesgo de ingobernabilidad y convivencia social entre comunidades, municipios, estados, regiones y países” es la falta del vital líquido.
En México, la falta de agua potable afecta “a 10 millones de mexicanos; no tienen drenaje 20 millones, y 75 millones viven en zonas donde ya escasea”, describió.
La sequía más severa: En el Foro “La importancia del cultivo del Nopal y la Tuna ante el Cambio Climático”, Jiménez Merino se refirió al caso de México, que entre 2011 y 2012 sufrió la sequía más severa de los últimos 89 años, con resultados devastadores para los productores nacionales.
“México vivió la sequía más intensa de los últimos 89 años, afectando a 21 estados, 37 por ciento de la superficie agrícola, en los que sólo llovió 251mm de 498, y afectó a 21 millones de personas que perdieron sus cosechas y ganado”, señaló en el foro auspiciado por el Sistema Producto Nopal y Tuna A.C., la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y el Centro de Investigación y Competitividad empresarial (CISE).
Agenda del agua 2030: Ante este panorama, propuso la creación de la Agenda del Agua 2030, en la que se incorpore a los contenidos educativos la problemática del agua y el cambio climático; se pondere la importancia, manejo y aprovechamiento racional del agua, suelo, vegetación y fauna.
Asimismo, se forme a técnicos en manejo de cuencas, captación y aprovechamiento de agua de lluvia en zonas urbanas y rurales, que también estén preparados para enfrentar la nueva realidad ambiental y socioeconómica.
Su capacitación debe incluir, dijo, la especialización en seguridad alimentaria y en la producción agropecuaria en condiciones de adversidad.
Alberto Jiménez Merino estableció que para enfrentar el cambio climático y el reto de la seguridad alimentaria, con políticas públicas deben impulsarse la producción familiar de alimentos para el autoconsumo, productividad, agroecología y agricultura orgánica.
Asimismo, promover que en las escuelas rurales y urbanas se establezcan proyectos piloto y parcelas demostrativas para la captación de la lluvia, ahorro, tratamiento de aguas, aprovechamiento de las energías alternativas así como huertos para la producción de hortalizas, entre otras acciones, concluyó.
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