disemina2La producción de bovinos en México se decanta fundamentalmente por la generación de leche y carne, cuyos volúmenes alcanzaron en 2010, diez mil 677 millones de litros y un millón 744 mil toneladas, respectivamente, cantidades suficientes para abastecer el mercado interno y comerciar con el extranjero. El tipo de producción está determinado por las razas de ganado o sus cruzas y el factor económico es primordial para la configuración de los hatos.

De acuerdo con el Padrón Ganadero de México1, el hato en las unidades de explotación se conforma por las siguientes razas o cruzas: Aberdeen Angus, Beefmaster, Belga Azul, Bradford, Brahaman, Brangus, Cebú, Charolais, Droughtmaster, Guzerat, Gyr, Hereford, Holstein Friesian, Indobrasil, Jersey, Limousin, Nellore, Pardo Suizo, Piamontesa, Romagnola, Salers, Santa Getrudis, Simbrah, Simental, Tropicarne y Tuli, entre otras. En 43.1% de las ganaderías nacionales es común que el hato esté integrado por animales de la raza Cebuina y Suiza, mientras que en otro 10% está conformado por ganado Cebuino, Holstein Fresian y Suizo. En 8.8% de las unidades de producción sólo se cría ganado Cebú.

 

La raza Pardo Suizo es preferida para la producción de leche, el bien pecuario de mayor producción nacional. A nivel mundial, la especie de mayor uso en la actividad lechera es la Holstein Friesian. La raza Cebú es usada con triple propósito: para la producción de carne, leche y para trabajo en el campo. En nuestro país, sin embargo, se utiliza principalmente para la producción cárnica. Del total de unidades de producción de ganado bovino, 70.4% tienen en su hato cabezas de la raza cebuina. En nuestro país hay más de 30 razas o cruzas que se usan para producir carne y dos más para la generación de leche, las cuales se distribuyen en el país de acuerdo con el clima de cada región, elemento crucial para el desarrollo y propósito del hato.

La conformación del hato para los productores pecuarios, es un asunto de la mayor importancia: conocer las características del ganado mexicano permite saber cuáles son las posibilidades de uso, necesidades, costos, rendimientos y hasta oportunidades de mercado. Un conocimiento específico de las razas existentes en las unidades de producción redundará, necesariamente, en una mayor certeza de la calidad de la oferta de alimentos de nuestro país.