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Las aguas marítimas y continentales nacionales no sólo ofrecen posibilidades para el desarrollo de la pesca comercial, sino para la deportiva1. En 2003, los recursos monetarios pagados por concepto de derechos para realizar la actividad recreativa en aguas nacionales, alcanzaron un monto de 55.3 millones de pesos; siete años más tarde, en 2010, se obtuvieron 63.9 millones de pesos, un incremento de más de ocho millones de pesos.
El beneficio e conómico para el país incluye, además de los recursos que ingresan por el cobro de derechos, la derrama en otros sectores, como el hotelero y de servicios. Un aspecto de relevancia en la pesca deportiva es el origen de los derechos: 53% de ellos provienen de los pagos que realizan pescadores extranjeros.
En 2010 se concedieron 254 mil 500 permisos, lo que implicó un aumento de 20% en el período de 2003 a 2010, con un costo de 251 pesos por cada uno. De cada diez permisos tramitados, seis de ellos fueron solicitados en oficinas ubicadas en territorio nacional y los cuatro restantes en el exterior.
De acuerdo con la Norma Oficial Mexicana que regula las actividades de pesca deportivo-recreativa, la actividad sólo puede practicarse con peces, excluyendo la captura de crustáceos, moluscos, mamíferos acuáticos, reptiles y anfibios. En las aguas oceánicas, sólo está autorizada la pesca de marlín, sábalo, pez vela, pez espada, pez gallo y pez dorado.
En 2009, según los registros de pesca en México, se obtuvieron 764 toneladas de pez espada, 358 de marlín y una de sábalo. En el resto del mundo, España es el país en donde más se captura el pez espada (27 mil 448 toneladas), además de explotarse comercialmente. Por otro lado, Filipinas es líder en pesca de marlín, con cuatro mil 90 toneladas, mientras que Brasil es el principal captor de sábalo, registrando un volumen de 865 toneladas.
La pesca deportiva posiciona a nuestro país como un destino de importancia debido a sus recursos naturales y a la calidad de las especies que habitan las aguas nacionales. La veta que esta actividad abre hacia el turismo ecológico y pesquero tiene varias vertientes, desde los beneficios económicos hasta el cuidado del medio ambiente y de las propias especies, promoviendo el desarrollo sustentable en los litorales mexicanos.
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