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De acuerdo con Monjaraz Guzmán, director del Instituto de Fisiología de la BUAP-uno de los cinco con los que cuenta la Institución, enfocados principalmente a la investigación científica-, el cáncer de próstata está relacionado con la obesidad y la inflamación de ese órgano, dos indicadores que pueden medirse a tiempo y prevenir el desarrollo de un mal mayor.
“Lamentablemente las cifras de cáncer de próstata en México son altas porque más del 75 por ciento de quienes lo padecen acudieron al médico cuando la enfermedad se encontraba muy avanzada”, comenta.
Monjaraz Guzmán refiere que el historial clínico de un paciente a quien se le ha diagnosticado cáncer de próstata, registra en la mayoría de los casos hiperplasia prostática periódica o continua, que se caracteriza por un crecimiento fibromioadenoso de la glándula prostática, cuyos síntomas son trastornos miccionales irritativos o destructivos, padecimiento que no fue atendido en su momento.
Toda célula tumoral, explica el investigador, tiene una barrera por la que no puede pasar, pero al mismo tiempo tiene la capacidad de producir unas proteínas llamadas metaloprotainasas, mismas que libera al medio y se encargan de degradar la envoltura que les permita moverse e iniciar el proceso de destrucción.
Si bien hace algunas décadas las principales enfermedades causales de muerte en México estaban relacionadas con parásitos y amibas, por ejemplo, hoy el cuadro ha cambiado y las principales causas de muerte son cáncer, diabetes y problemas cardiovasculares, señala Monjaraz Guzmán.
Por ello, abunda, hoy las nuevas generaciones tienen el reto de cambiar estilos de vida y tipo de alimentación; y del lado de la ciencia, impulsar investigaciones que permitan avanzar en la etiología de estos males, y en nuevos fármacos para tratamientos más eficaces.
Estudios epidemiológicos muestran que los hombres adultos obesos muestran una mayor probabilidad de presentar y desarrollar cáncer de próstata, con respecto a los adultos con peso normal.
“La condición de obesidad no sólo representa un incremento en la masa de tejido adiposo, sino también un desbalance hormonal, ya que a partir de 1994 se descubrió que los adipocitos, células del tejido adiposo, funcionan como reservorios energéticos pero también como células productoras de hormonas, cuya tasa de producción es directamente proporcional al tamaño del adipocito. Se ha considerado que cambios en los niveles de las hormonas producidas por el tejido adiposo y otros órganos pudieran ser un factor directo o indirecto en el desarrollo y progresión del cáncer de próstata”, expone.
En el Laboratorio de Neuroendocrinología, del Instituto de Fisiología, se han obtenido evidencias que apoyan esta posibilidad. Por ejemplo, refiere Monjaraz Guzmán, “encontramos que la presencia de ghrelina, hormona producida principalmente por el estómago y cuyos niveles plasmáticos en las personas obesas está disminuida, es capaz de inducir la muerte de las células tumorales provenientes de cáncer de próstata, el efecto de ghrelina es mediado por un aumento en la expresión funcional de canales de calcio, lo cual aumenta la entrada de calcio a las células tumorales, convirtiéndose en una señal apoptótica”.
Por su parte, agrega, “un aumento en los niveles plamáticos de leptina, hormona producida por los adipocitos, que está presente en grandes cantidades en las personas obesas, favorece la proliferación de las células tumorales de cáncer de próstata. Resulta claro considerar entonces la importancia que tienen los diferentes mensajeros químicos extracelulares en el desarrollo y progresión del cáncer”.
Financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Estudios de Posgrado, y el Programa Integral para el Fortalecimiento Institucional, el proyecto “Mecanismo molecular que induce metástasis en cáncer de próstata", en el que participan alumnos de posgrado en Ciencias Fisiológicas y de la Licenciatura de Biomedicina, busca determinar el mecanismo molecular a través del cual la ghrelina induce apoptosis y la leptina proliferación, lo cual pudiera proporcionar blancos farmacológicos para el tratamientos de personas que padecen cáncer de próstata.
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