oscar-aguilarHipólito  Contreras

En la nueva  Reforma Electoral, que ha sido acordada con todos los partidos  políticos, el PRI  no ha medido las consecuencias de su entrega permitiendo un patrón  legitimatorio, plasmado en las nuevas reglas de juego electoral que pretenden aplicarse, afirmó el diputado federal Oscar  Aguilar González.

 

Indicó que la nueva reforma electoral será la base del nuevo orden político, mediante el cual será  posible ejercer de manera previsible un control efectivo  sobre el nuevo régimen, presuntamente democrático.

Comentó que esta peculiar manera de gobernar se viene debilitando y,  al parecer será eliminada el próximo 2012, lo que implicará  un nuevo reacomodo  político que los diputados deben considerar y no hacer en mayores responsabilidades.

El próximo año, dijo,  habrá un incipiente sistema de partidos, cuya competitividad será enfocada contra el PRI, resulta fundamental no vender el futuro, ni comprometer los mecanismo con los que será posible reconfigurar el poder.

Con el triunfo de  la coalición de partidos  políticos acabó  la oposición en Puebla y con ello el sistema de pesos y contrapesos, se acabaron también los supuestos  políticos que hacían suponer la respetabilidad y las causas nobles, señaló el legislador federal.

Comentó que con el cambio de gobierno se pensó en la superación del autoritarismo y la violencia  como método  contra  la  gobernabilidad.

Afirmó que vivimos un acelerado proceso  regresivo  junto  con la  modificación de  la legislación electoral, de libertades  y las variables de control  político, presentando  una complejidad que preocupa a los  ciudadanos, porque por un lado se ven las normas, como  lo indica  la  Reforma  electoral.

Por otro lado, dijo, se observa el efectivo ejercicio de las acciones  policiacas, lo que  dificulta la elaboración de consensos y políticas disuasivas, haciendo un gobierno de muchas palabras  y muchos toletes.

Naturalmente, señaló,  “la eficacia  represiva” requiere de reglas que permitan la permanencia en el poder  político de un  “grupo de notables” que nada tienen que ver con el ejercicio democrático de la gobernabilidad.