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- Categoría: AGRARIAS
Después de la crisis de los alimentos de 2007-2008, e incluso en la de 2011, la mayoría de los análisis que se hicieron acerca de sus causas, coincidió en destacar factores como el aumento de la demanda en Asia, su utilización para producir agrocombustibles y una menor producción provocada por el cambio climático, como sucedió este año con la sequía en América del Norte. Adicionalmente, cada vez es más fuerte la intervención de otro factor, los fondos de inversión que con enormes recursos financieros llevan a cabo actividades especulativas, provocando volatilidad en el mercado de alimentos.
Se estima que 30% de las alzas de precios ha sido provocada por la intervención de esos fondos.
No se puede ignorar la importancia de esos fondos. De acuerdo con un reporte de 2011 de Investment & Pensions Europe, publicado por la BBC, los diez mayores fondos de inversión controlan recursos que superan en 20% el PIB de Estados Unidos y equivalen a cuatro veces el PIB de América Latina.
Además, esos fondos han creado múltiples herramientas de inversión financiera, que les permiten multiplicar el capital del que disponen, a tal grado que, de acuerdo con el Banco de Pagos Internacionales, sólo los saldos de las operaciones con derivados crecieron de cerca de 72 billones (millones de millones) de dólares en 1998 a 647 billones en diciembre de 2011, más de nueve veces el PIB mundial. Eso explica los flujos de capitales especulativos a cada vez más mercados, incluido el de alimentos.
Como lo señala el Observatorio del Derecho a la Alimentación y a la Nutrición (ODAN), los fondos de inversión, urgidos de ganancias, realizan operaciones de largo plazo con precios al alza, esos contratos los venden antes de su vencimiento a un precio más alto, generando una expectativa al alza. Es importante señalar que esos fondos no tienen interés en adquirir las materias primas con las que especulan y, en el caso de los alimentos, sólo 2% de los contratos a futuros en los que participan los fondos de inversión concluyen con la entrega física del producto.
Como consecuencia de la especulación financiera, se propicia la especulación en los mercados de productos físicos, incluido el de alimentos. Como la intervención de los fondos crea la expectativa de alzas de precios, las empresas crean reservas para aprovechar esa situación. A su vez, los productores invierten para aprovechar los altos precios, buscando aumentar su productividad, incluso afectando la calidad de la tierra y el uso de los recursos, sobre todo el agua.
Pero esa situación no se prolonga por mucho tiempo. Cuando los fondos especulativos toman utilidades, se deshacen de sus contratos en alimentos y los precios bajan. Eso ha propiciado graves problemas financieros a los productores, llevándolos a abandonar la tierra. De hecho, la especulación también se utiliza para despojar de su tierra a los productores.
De hecho, la intervención de los fondos especulativos no es ajena al desarrollo de las grandes empresas agroindustriales, incluyendo las proveedoras de insumos. Como señala el reporte del Observatorio, esas grandes empresas se han beneficiado de la actividad de los fondos de inversión, con sus propios recursos, como inversionistas, y como participantes en el mercado de alimentos, aprovechando la pérdida de capacidad económica provocada a los productores.
Así, encontramos, entre otras, empresas de semillas (Pionner, Warner, Singenta, Monsanto), fertilizantes (Novartis, Dupont, Tepeyac), agroquímicos (Bayer, Basf, Agroquímica), maquinaría agropecuaria (John Deere, Ford, Massey Ferguson), peoducción y transformación de básicos (Gruma, Lala, Alpura, Bimbo) y comercialización de productos básicos (WalMart, Soriana), que son inversionistas o que tienen claros intereses en la tierra, adquiriendo las propiedades que los productores no pueden mantener, por la falta de una política pública adecuada y, sobre todo, por las maniobras especulativas con la demanda y los precios de los alimentos.
En ese contexto, hay que recordar el informe de Lehman Brothers, que señala que el dinero de los fondos de inversión alimentarios pasó de 13,000 a 260,000 millones de dólares de 2003 a 2008. También estima que Goldman Sachs ganó más de 1,100 millones de euros en 2009 y Barclays 385 millones sólo por inversiones en el mercado de alimentos.
En el caso de México ya se han realizado operaciones financieras con alimentos a través del Mercado Mexicano de Derivados (MexDer), a partir de un acuerdo con el Chicago Mercantil Exchange (CME). Con ese tipo de operaciones, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación promueve un nuevo esquema de agricultura por contrato, para dar certidumbre al productor y al comprador mediante la cobertura de precios canalizados a través de intermediarios financieros. Hasta ahora se han realizado sólo pequeñas operaciones de futuros con maíz amarillo y soya.
Sin embargo, no es indispensable la bolsa agropecuaria para que la producción del campo mexicano se vea expuesta a la especulación. De hecho, existe poca transparencia en las operaciones de acopio que llevan a cabo los almacenes del país en condiciones de monopsonio, en contra del interés de los productores. Tampoco se sabe a ciencia cierta el volumen de granos disponible y las operaciones que realizan en el mercado financiero con esos productos, en contra del interés de los consumidores.
Esta bolsa agropecuaria sólo puede funcionar si el gobierno mexicano promueve el establecimiento de límites o prohibiciones a la participación de los fondos de inversión en las operaciones de futuros con materias primas, principalmente alimentos. De otra manera, dicha bolsa será una fuente permanente de especulación.
Por lo anterior, exigimos que la CNBV informe de las condiciones en que se encuentra el sistema de acopio del país, y las operaciones con certificados de depósito que se llevan a cabo.
Es urgente cambiar la estrategia y desarrollar nuevos esquemas de financiamiento al productor. Urge acotar la intervención de esos especuladores y diseñar una estrategia por la soberanía alimentaria, basada en el fortalecimiento de los pequeños productores, la constitución de una reserva estratégica de granos y el uso racional de los recursos en especial el agua.
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