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La Asociación de Egresados de La Universidad Autónoma Chapingo, Universidad Autónoma Antonio Narro De Saltillo y la Universidad Autónoma Metropolitana, indican en un documento que los 80 Distritos de Riego del país tienen una eficiencia en el uso del agua de apenas el 36 por ciento. El resto se desperdicia por nulo mantenimiento, filtraciones, evaporación y tecnología obsoleta en su distribución.
Las zonas de riego del país están en franca decadencia en su infraestructura, su productividad y nula ampliación.
Su deterioro ha sido vertical especialmente en los últimos doce años, por falta de mantenimiento, desperdicio del agua, abandono de la autoridad e insuficientes de recursos de los usuarios para introducir métodos avanzados de riego por aspersión y goteo.
Se estima que en los Distritos de Riego se tiene una eficiencia en el uso del agua de sólo el 36 por ciento, en tanto que en las unidades --que corresponden a la extracción de agua del subsuelo—alcanza el 50 por ciento. El resto del vital recurso en ambas modalidades se desperdicia por falta de obras de mantenimiento, por filtraciones y evaporación.
Durante la presentación del avance de estudios para la preparación del Plan de Gran Visión para el Desarrollo Sustentable del Sector Alimentario de México, a cargo de las Asociaciones de Egresados de la Universidad Autónoma Chapingo, Universidad Antonio Narro de Saltillo y de la Universidad Autónoma Metropolitana y en el que participan 250 expertos, 11 Asociaciones de Egresados, 7 Especialistas y 19 Universidades Agrarias, el Dr. José Luis Trava Manzanilla lamentó que en los últimos doce años en la rama hidráulica “sólo se haya administrado el deterioro de los distritos y unidades de riego”.
Consideró Trava Manzanilla, experto en políticas hidráulicas, que las zonas de riego del país representan la columna vertebral de la producción agrícola para consumo nacional y exportación de alimentos en México. Durante muchos años estas áreas se consolidaron por su aportación del 50 por ciento del PIB agrícola, por lo que señaló la necesidad de recuperar su potencial productivo como graneros de México.
Aclaró que los Distritos de Riego son originalmente de la Nación y que su explotación constituye una concesión del Gobierno de la República desde su construcción, hace más de 60 años, pero que, por una interpretación equivocada a partir del año 2000, la Comisión Nacional del Agua se retiró de su responsabilidad de administrar esas concesiones.
“Los Distritos de Riego no fueron obsequiados a los usuarios; fueron concesionados a las Asociaciones de Usuarios, y estas concesiones implican obligaciones y atribuciones, de tal manera que la Comisión Nacional del Agua debió haber revisado su papel y adoptado un esquema de rectoría que le permitiera seguir controlando y regulando esas concesiones”,enfatizó Trava Manzanilla.
Propuso que, en el marco del Plan de Gran Visión, que reúne recomendaciones de más de 300 expertos en desarrollo rural, social y productivo del campo mexicano, que la Conagua retome su papel y reorganice de nuevo la administración de los distritos y unidades de riego, a fin de que las concesiones se cuiden y se obligue a las Asociaciones de Usuarios a cumplir con el papel que la Nación les ha otorgado.
En la práctica, añadió, es urgente avanzar en proyectos tecnológicos para la transformación del riego por gravedad, que es el más utilizado por los agricultores y el que favorece el desperdicio del vital elemento. De más de 3 millones de hectáreas correspondientes a los distritos, 2.5 millones se riegan por gravedad. “Esto hay que cambiarlo, si realmente queremos aumentar la productividad de suelos y aguas”, dijo.
En principio, añadió, es necesario realizar un inventario nacional para ver y certificar las condiciones técnicas y operativas de los Distritos y Unidades, porque mucha de la infraestructura ya no existe. Simplemente las zonas que extraen el agua por bombeo, los aumentos de costos de la energía orillaron a los productores a abandonar este sistema.
Por otra parte, “la mancha urbana” ha absorbido a las zonas de riego, en particular las que se encontraban cercanas a las ciudades en muchos estados de la República. Se convirtieron en centros urbanos. En el mejor de los casos, los agricultores ubicados cerca de las urbes, han transferido sus derechos para el establecimiento de centros comerciales, vías de comunicación, entre otras actividades propias de la urbanización.
Con relación al estado físico en que se encuentran las presas destinadas al riego agrícola, la mayor parte construidas hace muchos años, ya cumplieron o están a punto de cumplir su vida útil. Tienen un porcentaje de azolve que supera su capacidad, su “volumen muerto”; es decir, los lechos de las presas están cubiertos por todo tipo de materiales, particularmente suelos.
Lo que se necesita hacer en todas las presas del país, señaló finalmente, es desarrollar una serie de acciones para revisarlas en su estado físico, sus estructuras y fortalecer su capacidad para evitar riesgos, además de tecnificar el uso del agua. Lo importante es no acabar con un recurso que ha costado al país grandes inversiones y más de 60 años de una política hidráulica que se agotó.
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