- Gema S. Aguilar López
- Categoría: AGRARIAS
Por: Gema S. Aguilar López
El pasado 17 de junio se conmemoró el Día Mundial de la Lucha Contra la Desertificación y la Sequía, instituido por la ONU en 1994, con el fin de sensibilizar a la població n sobre la importancia de evitar que se sigan extendiendo las zonas desérticas, además de valorar y cuidar los recursos suelo y agua.
La desertificación es el proceso de degradación de las tierras de cultivo, la erosión y pérdida de materia orgánica, repercuten en la baja productividad y calidad de los cultivos. La gente de las ciudades desconoce las formas de producción de los alimentos que día a día llegan a nuestra mesa, sin embargo investigadores en la materia señalan que este problema ambiental pone en riesgo la seguridad alimentaria y tiene serias implicaciones sociales y económicas.
Esto debido a que la desertificación está estrechamente ligada a la pobreza, puesto que las tierras al ser improductivas, son causa de desempleo, desnutrición y migración, al respecto se calcula que en México cada año emigran entre 300 y 400 mil personas debido a que sus tierras ya no producen alimentos, ni siquiera para el autoconsumo.
Madagascar es la región más erosionada del mundo, debido a que el 93% de sus bosques y 66% de su selva han sido talados, España es el país de la Unión Europea con mayores índices de erosión. En este sentido, México presenta severos problemas en el 40% de su superficie cuyas principales causas son: las prácticas agrícolas inapropiadas, el sobrepastoreo y la acelerada deforestación.
Si bien es cierto que este es un problema de alcance mundial, requiere atención inmediata, es urgente reforzar las acciones de manejo sustentable, que coadyuven en la prevención, detengan y reviertan los procesos de degradación de los suelos y mitiguen los efectos de la sequía,
Cabe hacer mención que para recuperar 2 centímetros de suelo pueden pasar hasta 500 años, y lamentablemente se siguen perdiendo cada año millones de toneladas.
Además de fomentar la construcción de obras para la retención de suelo y agua, realizar campañas de reforestación, el uso de compostas y lombricompostas en lugar fertilizantes químicos, o bien la siembra de bambú, cultivo que además de retener agua protege los suelos con una capa vegetal, pueden contribuir a mejorar este grave problema ecológico que nos impacta a todos.
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