ETIQUETA CON DESTINO
Por: Luis Alberto González
No cabe duda que estamos viviendo el sexenio del engaño, la mentira, de la confrontación, del despilfarro, pero también de la opacidad, esa opacidad que cada día es más grande por parte del gobierno federal y encabezado por el Presidente Andrés Manuel López Obrador –AMLO- y su transformación de cuarta.
Escudados en los discursos de acabar con la corrupción, no mentir, de no robar y no traicionar al pueblo, que se ha mantenido desde el inicio de la actual administración y fue parte del discurso de toma de protesta de AMLO, ese 1 de diciembre de 2018, hoy nada de eso es verdad, se trata de un mandatario que miente con toda la desfachatez, con desvergüenza.
Al Presidente López Obrador le molesta que le pidan que rinda cuentas, que haya transparencia y por eso una de las instituciones que intenta destruir y le estorban cuando cada vez aparecen más escándalos de corrupción y poca claridad en el manejo del presupuesto es el Instituto Nacional de Acceso a la Información –INAI-
Lo mismo ahora, le estorba la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien ha empezado a desechar acuerdos, decretos del ejecutivo federal sobre todo aquellos donde quieren ocultar inversiones, proveedores, asignación en las obras emblemáticas, así como modificaciones a las leyes que fueron aprobadas al vapor, pero sobre todo violando el proceso legislativo por parte de la Cámara de Diputaos y el Senado lo que le incomoda, le enfada, le molesta e irrita al inquilino del Palacio.
López Obrador intenta por todos los medios acabar con el INAI, por eso rechazó a los nombrados por el Senado y ahora se niegan a nombrar cuando menos a 1 comisionado de los 3 que hacen falta para poder sesionar.
Ahí jugó su papel de esquirol Ricardo Monreal Ávila con tal de ser tomado en cuenta entre “las corcholatas presidenciales”, aunque en realidad sólo ha sido un entreguista y al final lo harán a un lado, porque además les estorba.
Por todas las formas posibles el gobierno “Cuatrotero” busca no clarificar el gasto público, el uso de recursos, los contratos con los amigos de los hijos de AMLO, así como tampoco lo que hace la Secretaria de la Defensa Nacional en las obras públicas, ni cuánto dinero han derrochado en esos trabajos, incluyendo quienes son los beneficiarios de esos millonarios contratos.
Andrés Manuel lo que menos quiere es transparentar lo que hace el gobierno y tampoco desea rendir cuentas y eso convierte a la 4T en un nido de opacidad y por ende de corrupción.
Hay muchas preguntas por hacer:
¿Cuanto se gastó finalmente y como opera el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles?
Tampoco ha sido posible conocer la información relativa a los costos, beneficios, estudios y planeación ejecutiva del proyecto, en un formato de transparencia del Tren Maya. ¿Quiénes son los responsables?
¿Cuál es el costo de la Refinería de 2 Bocas y su impacto ambiental?
¿La Construcción de los cuarteles de la Guardia Nacional en el país?
¿A cuánto asciende el gasto de la implementación de los Bancos del Bienestar en el país?
¿Que se ha hecho para contar con un servicio de salud como el de Dinamarca que prometió?
¿En dónde se usaron los recursos de todos los fideicomisos desaparecidos?
Que se aclare como los hijos de Andrés Manuel son millonarios sin trabajar.
Y habría muchas más preguntas que no tienen respuesta por parte del gobierno federal y por eso no quieren que opere el INAI.
Hoy es claro que López Obrador no quiere contrapesos, ni que le cuestionen sus arrebatos y abusos de poder.
El último de sus caprichos y que pintan de una sola pieza a AMLO y sus actitudes de revancha, de caprichos y de que no permite que nadie le diga un no es la ocupación de Ferrosur y la expropiación de terrenos para su proyecto de su corredor interoceánico del Istmo de Tehuantepec.
¡Exprópiese!, diría el dictador Hugo Chávez.
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