Julieta Hernández Jáuregui Galván / De acuerdo a los desajustes emocionales y circunstanciales que el ser humano ha venido reflejando desde tiempos ancestrales y más aún en la actualidad, permitiéndonos DESPERTAR LA CONCIENCIA que se ha ido quedando dormida.

Entendiendo por conciencia, como el sentimiento interior por el cual una persona reconoce sus propias acciones, teniendo noción del bien que debemos hacer y el mal que debemos evitar.

Se ha esfumado la escala de valores en los menores de edad, cuando los padres no se han preocupado de inculcarles de palabra y con ejemplos, qué es el bien y lo que representa, y qué es el mal y como deben alejarse de él.

Resaltarles que “poder” y “deber” son verbos que nacen en la mente, se graban en la conciencia y se registran en el alma, donde reina la sensibilidad hacia lo correcto y lo bueno.

Algunas personas han encontrado su vocación, en la misión del enriquecimiento espiritual dentro de la sociedad a la que pertenecemos, que permita generar un bien común en un mundo más humanizado.

 Dios creador del cielo, la tierra, las aguas, la luz, el firmamento, los astros, las especies marinas y terrestres, las aves, los pastos y todo lugar donde plasmó vida, dijo…

Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. Y viendo que no era bueno que estuviera solo, pensó en darle una compañera y así poblar la faz de la tierra con toda su descendencia.

Y siendo su máxima creación, nos concedió ser conocedores del bien y el mal a través de la conciencia y nos fue otorgado el libre albedrío, para hacernos responsables de nuestros pensamientos, palabras, obras y omisiones en cada una de nuestras funciones físicas, mentales y emocionales.

Y he ahí que hemos fallado hasta el punto de perder la conciencia, por la falta de congruencia, la coherencia, la ética, la moral, la espiritualidad, la religiosidad, la honestidad, el honor y la responsabilidad que como seres pensantes hemos dejado perder.

Lamentablemente hemos sido permisivos con el egoísmo, la envidia y el poder. Indolentes ante la pena ajena, insensibles ante el dolor , y abusivos del placer. Sistemáticos de nuestros planes y aislados de la misericordia. Impávidos ante la pobreza, la enfermedad y la tristeza.

 Hemos recibido enseñanzas y preceptos religiosos que alimentan nuestro interior, y permiten Despertar la Conciencia.

Somos lo que pensamos y nos manifestamos por nuestras obras. Seremos seres de luz si avanzamos en la luz. Seremos seres de bien, si practicamos el bien. Seremos hijos de Dios si honramos su santo nombre.   

El Mundo Requiere… Despertar la Conciencia aceptándonos como somos, sin hacer juicios ni penalizaciones de cada una de nuestras acciones. Amémonos con respeto y complacencia. Tengámonos consideración y paciencia. Infundámonos valor y propósito de enmienda, en cada una de nuestras debilidades.

Ayudémonos unos a otros, solidarizándonos en nuestras mortificaciones. Multipliquemos el pan, para dar a quienes no lo tienen. Sumemos nuestras energías, para aligerar la carga. Repartamos nuestra alegría, regalando lo mejor de nosotros mismos. Entreguemos nuestra confianza, a quien logre merecerla. Regalemos nuestros conocimientos, a quienes no han tenido la oportunidad de conocerlos. Compartamos nuestras bondades, a quienes no las reciben. Enseñemos qué es cordialidad, a quien vive en la indiferencia.

Hagamos de la vida un triunfo y no una rutina tediosa. Perdonemos a los que nos ofenden, porque también hemos ofendido. No caigamos en el mal, si no tomamos parte activa contra el mal. “Todo parece imposible, hasta que se hace”. (Nelson Mandela)

Levantemos la cara hacia el cielo, y demos gracias a Dios por recibir la oportunidad del nuevo día y despidámoslo con satisfacción y alegría. Agradezcamos poder tener lo que tenemos, y ser lo que somos. Afanémonos en la reconstrucción del mundo que hemos materializado, amándonos unos a otros como Dios nos ha amado…